Grupos ecologistas denunciaron que el gobierno japonés, planea verter este año más de un millón de toneladas de agua contaminada, procedente de la destruida central nuclear de Fukushima.
La planta fue severamente dañada el 11 de marzo del 2011, a consecuencia de un terremoto de magnitud 9,0 en la Escala de Richter. El fuerte sismo provocó además un tsunami en la costa noreste de Japón.
Fukushima contenía seis reactores de agua en ebullición. Al detectar el terremoto, se apagaron automáticamente, pero el tsunami de 14 metros de altura, que llegó 46 minutos después, superó el dique de contención, inundó los terrenos inferiores y destruyó los generadores de emergencia, que permitían el enfriamiento.
La pérdida de refrigerante causó tres fusiones de núcleo, tres explosiones de hidrógeno y la liberación de contaminación radiactiva. La segunda más grave en toda la historia, solo después de la de Chernóbyl.
Tiempo después se realizó el enfriamiento con agua, que ya ha sido tratada, y presentan unos niveles de radioactividad dentro de lo previsto por la legislación nacional. Sin embargo, los ecologistas temen por el impacto que pueda causar en la vida marina.
El desmantelamiento de la planta ya ha comenzado, pero podría llevar cuatro décadas.
