
Entre 1956 y 1957, los norteamericanos volvieron a repetir la operación: 60.000 fotogramas en blanco y negro a escala 1:33.000. Y allí, en los negativos, aparecían, de nuevo, tres descubrimientos arqueológicos en el límite de las comunidades de Castilla y León y Galicia. Pero nadie supo interpretar esas imágenes hasta que los expertos de la Junta castellanoleonesa, de las universidades de Santiago de Compostela, Oviedo y del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC decidieron combinar aquellos datos con las nuevas tecnologías. El resultado es espectacular y se refleja en el estudio La presencia del Ejército romano en las montañas de El Bierzo (León): novedades arqueológicas: tres asentamientos militares del siglo I a. de C., uno de ellos con capacidad para 6.000 legionarios y de 11,6 hectáreas de extensión.
Los expertos emplearon también fotografías del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (2004-2014), imágenes de satélite de Google y la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite radiografiar zonas boscosas o de tupida vegetación.
“Las evidencias arqueológicas recopiladas en los yacimientos fueron comprobadas sobre el terreno” utilizando técnicas no invasivas, según explica el estudio. En el caso de A Cortiña dos Mouros/Campo do Circo (Cervantes, Lugo), se trata de un asentamiento a 1.294 metros de altitud en las estribaciones de la sierra de Los Ancares. Desde él se divisaban los ríos Navia y Sil con una visión que alcanzaba los tres kilómetros a la redonda. De este campamento se conserva solo una parte pequeña de su perímetro, a causa de una repoblación forestal. De todas formas se mantiene un parapeto de unos cinco metros de anchura por medio metro de alto, que se extiende aún unos 230 metros. Lo recorría, además, un foso de unos dos metros de ancho. La superficie total del recinto es de 4,5 hectáreas.

Zona boscosa bajo la que se oculta el campamento legionario de Serra de Casiña.
Costa-García recuerda que los tres asentamientos militares fueron “de marcha [temporales]”, ya que la zona no tenía unas buenas condiciones de habitabilidad: falta de agua y pastos, bajas temperaturas, climatología adversa. Es decir, acabada la misión para la que fueron construidos, Roma los abandonó rápidamente. Los especialistas concluyen su estudio alertando de la “fragilidad” de estos yacimientos por la “amenaza latente provocada por la intensidad de las obras de urbanización, construcción de infraestructuras y el desarrollo de las actividades agrarias”. Aunque de momento, las legiones aguantan.
Con información del País. (Diario digital de España)